Debemos comenzar nuestro artículo haciendo una seria advertencia. Sea el tipo que sea de ciberdelincuencia, es necesario denunciar ante la unidad especializada de la Policía, y serán sus integrantes, que son los que saben y se ocupan, los que lucharan contra la misma. No existen atajos o fórmulas mágicas, es la Policía quien defiende nuestros «ciberderechos», y será mediante denuncia, a ser posible redactada por profesionales, los que harán que la Policía persiga a los ciberdelincuentes.
Hecha la advertencia de la necesidad de denunciar, este artículo quiere exponer otras alternativas, además de la denuncia policial, que pueden ayudar contra la ciberdelincuencia.
Cualquier acoso por internet, cualquier trasgresión de la intimidad, o cualesquiera otras actividades ilícitas por la red, tienen en su aliado, además del anonimato, la facilidad de su difusión. Cualquier actividad ilícita por internet, se ampara en el anonimato y la facilidad de difundir su contenido.
Es ahí, en la difusión donde podemos ayudar a que los daños de los ciberdelitos se atenúen.
Cualquier intromisión, suplantación o robo de intimidad, si únicamente queda en el ámbito del autor, nos hará daño, y es perseguible, pero este daño no es comparable con el que recibimos si se hace pública la intromisión, la suplantación o el robo de la intimidad. La difusión en nuestros círculos cercanos de familiares, amigos o conocidos, es el gran daño que nos hace este tipo de ciberdelitos. No concretaré ejemplos, pero todos nos podemos imaginar el daños que nos hace la difusión de determinados contenidos personales, entre familiares, amigos y vecinos.
La difusión desgraciadamente está dominadas por empresas norteamericanas, principalmente, y sobre todo por el «gigante» google.
Pero vayamos por los mayores difusores:
– Google: cualquier contenido que google no indexe (no difunda su existencia), lo conocerán quien lo haya publicado, y poco más. Lo que no está en google no está en internet.
¿Cómo podemos lograr que google no difunda esos contenido? Pregunta difícil. En principio, salvo contenidos palmariamente delictuales, véase grabaciones flagrantes de delitos, asesinatos, etc. Google se negará a no difundir, ya que expresamente no se hace responsable de los contenidos que difunde. Su actitud pasada respecto a la no difusión, ha sido muy contraria, y se negaba sistemáticamente a eliminar contenidos de su buscador, y más si somos de un país que supone una minúscula parte de su negocio. Esa actitud ha ido variando, y no por propia voluntad, sino a consecuencia de la mala reputación que le daba difundir determinados contenidos. Fruto de ese medio a la mala reputación ha sido la implantación de una normativa interna, con efectos en todos los países donde tiene negocios, y España es uno de ellos, la cual mediante unos cauces establecidos y con unos condicionantes, admiten el cese de la difusión de determinados contenidos. La falta de indexación, de difusión es el caballo de batalla que nos tocará luchar con google. En todo caso, recomiendo visitar su web y dentro de sus normativas, y en castellano, especifica cómo reclamar la eliminación de determinados contenidos.
– Facebook: Al igual que el caso de google, la presión de una posible mala reputación ha ocasionado que varíe sus políticas de contenidos. Al igual que google tiene sus propias normas, que establecen canales, forma de documentar las incidencias, y finalmente como las resuelven. Al igual que en el caso de google, recomiendo comprobar su normativas y procesos en su web.
– Whatsapp: esté el difusor de contenidos más difícil, no sólo técnicamente, ya que no almacena contenidos sino que los difunde, sino que en la práctica tampoco facilita las cosas, ya que no tiene delegación en España, y es prácticamente imposible hacerle peticiones o ruegos. Con este tipo de difusión, por el momento, el único camino es el policial.
En resumen, es necesario analizar cada caso de ciberdelicuencia, denunciar ante la Policía de la forma más concreta posible, y a la vez intentar evitar la difusión por la vías que hemos mencionado, esperando que el daño sea el menor de los posibles.